miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un pasito palante.

Cuando recogí este pino, sin parecerme una joya, apuntaba maneras para hacer de él un bonsai.
Una primera rama desgajada de forma natural con un pequeño shari.
Una corteza bastante buena.
 Suelo plantar los pinos recogidos sin limpiar del todo las raices, sólo lo prudente.
Si han tenido una brotación vigorosa y si tengo ganas, al año siguiente trasplanto librandolo de la tierra de monte que haya quedado.
Pero claro, las cosas no siempre son como parecen.
En el caso de este árbol me encontré con que el nacimiento de las raices me obligaba a cambiar la inclinación de plantado.
Por otro lado, algo frecuente en este tipo de árbol, es el adelgazamiento del inicio del tronco al estar este bajo tierra.
Esto provocaba una conicidad inversa muy marcada y ausencia de corteza suberosa en ese tramo.
Pensé en dejar que esos defectos se fueran amortiguando con el paso del tiempo, pero creo que no era la solución.
Después de verlo por el gallinero durante un año, ayer he decidido poner en uso aquello de "a veces menos es mas".
Por otro lado mis técnicas (o mejor, la ausencia de ellas) no iban a permitir dar movimiento de forma natural y armónica a un tronco de ese calibre.

Las herramientas a usar, tampoco es que tenga mucho, pero me voy arreglando con poco.

 Pretendo dejar sólo la rama que está desgajada y continuar el shari para disimular la conicidad inversa.
El proceso no tiene ninguna maniobra digna de ser fotografiada, además es un incordio parar para tirar fotos.
El resultado tampoco es espectacular, pero creo que he conseguido disimular ese barrigón en el tronco.

Ahora le toca descansar y fortalecerse.
Le espera un año sabático "correteando" libremente por el gallinero.
Dentro de un año espero tener una idea clara, de momento he comenzado a verlo desde otro prisma.
Un saludo para todos desde dentro de la alambrada.